Me lo esperaba tan horroroso que me sorprendió gratamente. El aeropuerto y su organización y los coches tan modernos que veía. Tras hacer una cola importante (como es habitual) para pagar el taxi de prepago y volver a esperar hasta que te adjudicaban uno, llegue a la terminal internacional que también me sorprendió por el lujo de la sala de espera. También he de decir que había que pagar 80 rupias para entrar (muy fuerte!).
Y tras esperar hablando con un señor muy jatorra nacido en Jaipur que vivia en Alemania y se ganaba la vida como profesor de universidad allí (q por cierto me contó toda su vida) llegaron los aitas. Tras abrazos y sonrisas, casi a medianoche nos dirigimos hacia el hotel con un chofer muy majo que nos vino a buscar con un cartelito que ponía Leiro Cano.
Y así en la primera noche de los aitas, tras hablar de mil historias conciliamos el sueño a eso de las dos y pico de la noche en una habitación sencillita pero limpia muy típica de
No hay comentarios:
Publicar un comentario